Año: 10
Número: 371

'Ratón' Rubén Ayala nacido en Humboldt en una nota actual

Fue bicampeón con San Lorenzo, hizo historia en la Selección y protagonizó uno de los comerciales más recordados: la frase que se hizo etern El Ratón Rubén Ayala marcó una época con sus goles y su particular look: hoy vive en México, donde también dejó su huella

Fue un precursor, de esos que dejan huella, quizás sin quererlo ni desearlo. El Ratón Rubén Ayala fue un excelente delantero surgido de las Divisiones Inferiores de San Lorenzo, que pronto deslumbró por sus goles, que lo catapultaron a la Selección y luego al fútbol europeo. Pero a la par de sus conquistas, dos hechos lo hicieron trascender para ser reconocido y querido por la gente: su look de gruesos bigotes y cabello largo, más una publicidad de calzado deportivo, cuando pocos de sus colegas se animaban a eso, que quedó por siempre en el recuerdo.

“Habíamos llegado a Buenos Aires para enfrentar con el Atlético de Madrid a Independiente, por la final de la Copa Intercontinental. Estábamos en la concentración y vino a verme un empresario al que no conocía. Se presentó, dijo que era el dueño de la marca de calzado Interminable y quería que fuese el protagonista de un comercial. Lo hicimos, pero jamás pensé que tendría esa enorme repercusión, a tal punto que es recordado hasta el día de hoy, casi 50 años más tarde”. La publicidad no estuvo mucho tiempo en el aire, pero el final, fue inolvidable y la frase de cierre, un clásico para varias generaciones. El Ratón, tras hacer unas jugadas en el césped de River Plate, miró a cámara y con su voz suave, mientras ladeaba la cabeza, dijo cinco palabras que serían un latiguillo durante años: En Europa no se consiguen.

Hace 50 años que vive fuera de Argentina. A mediados de 1973 protagonizó una doble transferencia que fue resonante, no solo porque en aquellos tiempos no eran tan habituales, de futbolistas nacionales hacia Europa, sino por los montos. Junto a su compañero del Ciclón, Ramón Cacho Heredia, fueron adquiridos por el Atlético de Madrid en una alta suma para la época: 300.000 dólares. Al comenzar la década del ‘80 concluyó su ciclo en el Atlético, donde es idolatrado hasta ahora y tomó el desafío de ir hacia otras latitudes. Llegó a México, quizá sin saber que allí lo estaba esperando una tierra que lo recibió con los brazos abiertos, a pura cordialidad, la que él retribuyó con goles vistiendo las camisetas de Jalisco y Atlante, hasta retirarse con 34 años en 1984 e iniciar al poco tiempo su era como entrenador, en un país que adoptó como propio, donde vive en la actualidad y hasta ha adquirido un poco esa tonada tan característica de los mexicanos en la voz.

Su historia con el fútbol había comenzado en la década del ‘60. Tras hacer el recorrido por las Inferiores había llegado la hora del debut en Primera División, con los sueños a flor de piel. La habitual es que a un chico que llega hasta allí, se la haga difícil poder ganarse un lugar, pero en este caso el desafío era aún mayor, porque Ayala debía insertarse en un plantel rebosante de buenos elementos, que pocos meses antes habían ganado el torneo Metropolitano dejando su huella de buen juego y un seudónimo que por siempre será parte de la mitología del fútbol argentino: Los Matadores. Entre otros, allí estaban, la seguridad de Carlos Buttice, la jerarquía de Rafael Albrecht, el despliegue incesante de Alberto Rendo y Roberto Telch, más la potencia goleadora de un tridente que quedó en la historia: Pedro González, el Toti Veglio y el Lobo Fischer.

-¿Cómo fue llegar a Primera y compartir el plantel con esos jugadores y ese entrenador?

-Honestamente fue una satisfacción muy grande haber podido ser parte de aquel equipo, pero sobre todo haber tenido a un técnico magnífico como el brasileño Tim, que fue un adelantado a su tiempo, completamente innovador. Además, tenía la virtud de saber ver bien el fútbol y detectar la capacidad de cada uno de sus jugadores. Creo que fue el ideal para ese momento de San Lorenzo de Almagro.

Había un designio entre el Ratón y el gol, porque convirtió en el primer partido que jugó como titular, el 15 de junio de 1969, ante Gimnasia y Esgrima La Plata. Eran años en los que San Lorenzo se mantenía permanentemente en la pelea, con algunos pequeños retoques, pero siempre con la base ganadora de Los Matadores. Así se llegó al glorioso 1972

-¿De qué manera recuerda aquel hito de haber sido campeón en el Metropolitano y Nacional?

-Con los muchachos que ganamos los dos torneos del año ‘72 conformamos un equipazo y siempre lo recuerdo a la perfección: Irusta; Glaria, Cacho Heredia, Rezza y Rosl; Espósito, Telch, Chazarreta; Scotta, yo y Fischer. En esa temporada regresó al club un goleador tremendo como José Francisco Sanfilippo, que tenía como 38 años y ya estaba cerca de retirarse. Igual fue muy importante por su experiencia. La final del Nacional fue muy dura contra River Plate en cancha de Velez. Ganamos 1-0 con gol de Luciano Figueroa, pero tuvimos que sufrir porque Chazarreta desvió un penal. También recuerdo que me tocó el control antidóping, en un tiempo en que casi no se hacía. El tema es que se iban yendo todos mis compañeros y yo seguía ahí esperando a poder dar la muestra (risas). Me terminé quedando solo y llegué como cuatro horas más tarde al Gasómetro de Avenida La Plata, donde se estaban realizando los festejos. Hasta el día de hoy somos recordados por haber ganado los dos campeonatos y por el estilo de juego.

Muchas veces, en la carrera de los futbolistas, existen partidos en los que se cruza la barrera del sentimiento, y aquel que es idolatrado por los hinchas de un equipo, pasa a serlo de todo un pueblo. El Ratón estaba pintado de azulgrana, pero su acuarela futbolera también adquirió el celeste y blanco aquella tarde de octubre del ‘73, cuando la Selección venció a Paraguay en la Bombonera, se clasificó para Alemania ‘74 y logró regresar a los Mundiales luego de 8 años.

-¿Qué recuerdos tiene de ese partido y de la Copa del Mundo?

-Las Eliminatorias fueron muy difíciles, pero logramos clasificar a la selección para el Mundial. Quedó en la memoria de los hinchas por el partido decisivo contra Paraguay en cancha de Boca, donde tuve la suerte de marcar dos goles, el primero de penal y el segundo con un remate fuerte y alto. Ya en el Mundial las cosas fueron un poco más complicadas desde el comienzo, pero en mi caso particular tuve la suerte de ser titular en los seis partidos y marcar un gol, contra Haití, la tarde que ganamos por 4-1 y obtuvimos el pase a la segunda fase. No nos fue bien porque hubo una gran de desorganización y poco entendimiento entre los jugadores.

En esos momentos, Ayala ya era jugador del Atlético Madrid, donde descolló y fue uno de los más grandes ídolos de la institución. Sin embargo, el arranque no fue el ideal: “En España me encontré con un fútbol rústico y difícil, en el que se pegaba en demasía. Había muchas patadas. Pese a ello, la adaptación solo me costó un poquito al principio, pero después viví seis temporadas inolvidables en el club, donde logramos la Copa Intercontinental ante Independiente. Fueron unos años espectaculares para mí, en los que gané todo, menos la Champions”

Con la dirección técnica de Juan Carlos Toto Lorenzo, el Atlético hizo una campaña extraordinaria en la Champions 1973/74, donde solo cedió en la final ante el poderoso Bayern Múnich de Franz Bekenbauer, Sepp Maier y Gerd Muller, entre otros. Pese a ello, el destino le tenía reservado al cuadro español, un lugar de privilegio, porque los alemanes renunciaron a disputar la Intercontinental por incompatibilidad de fechas y ellos ocuparon ese lugar. Para Ayala fue el primero de sus títulos en el club. El más recordado es el de la Liga 1976/77, en la que se consagró a una fecha del final, nada menos que ante el Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu.

Aquellos dos partidos contra Independiente fueron muy disputados y le dejaron al Atlético el sabor de la gloria. Para el Ratón Ayala fue un momento de enorme trascendencia, pero por fuera de los límites de una cancha. En el mes de marzo del ‘75 regresó al país para enfrentar a los Rojos en el partido de ida y allí protagonizó el comercial que lo dejaría por siempre instalado en el imaginario popular. El estadio de River Plate fue el escenario para la publicidad, que comenzaba con Ayala en los vestuarios, vestido con la indumentaria del Atlético Madrid, atándose los botines. Luego la cámara lo sigue por el túnel y el corre por el campo de juego, con su inconfundible cabellera al viento. De frente a unos de los arcos, realiza varios remates, hasta que llegó el cierre, el que quedó en la historia de este comercial filmado por Eliseo Subiela, a la postre director de célebres películas como Hombre mirando al Sudeste o El lado oscuro del corazón. Ayala pisó el balón en primer plano, al tiempo que el locutor Jorge Vaccari decía: Interminable, el calzado deportivo de los campeones. Cómprelo aquí, porque… Y allí, el Ratón se inmortalizó de frente a la cámara con su frase eterna “en Europa no se consigue”.

Al momento del retiro, canalizó sus conocimientos en la dirección técnica, siempre en equipos mexicanos, hasta que en 1999 sufrió un derrame cerebral debido a un pico de presión. Fue una situación extrema de la que pudo salir gracias a una lenta, pero excelente recuperación. Más adelante tuvo éxitos, sobre todo como segundo entrenador de Alfredo Tena y luego a cargo del plantel, siempre en Pachuca.

Luego de la pandemia, llegó el momento del retiro y ahora disfruta de sus horas en la hermosa ciudad de Acapulco, rodeado de su familia, descansando y vinculado al deporte, la gran pasión de su vida, consumiendo cada partido de fútbol europeo, básquet o tenis. Pasaron ya 50 años de su partida del fútbol argentino, pero el recuerdo sigue vivo, por los goles tan gritados en una época difícil para la selección argentina. Esas conquistas que vino a buscar el Atlético Madrid en el ‘73 porque allá, en Europa, no se conseguían.

Fuente: Infobae.com


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