Año: 6
Número: 17

Respeto y agradecimiento

En nuestro querido fútbol, vivimos a diario, los que estamos comprometidos con la cocina de un equipo, situaciones en las que debemos tratar de resolver, escuchar, aconsejar y soportar, en beneficio de una buena convivencia grupal o del aporte a la educación y a la formación de nuestros dirigidos.

Escuchamos sobre relaciones familiares, sobre situaciones personales, sobre formaciones de equipos, sobre citaciones o no a juegos, sobre planteos tácticos, sobre cambios realizados o que no se realizaron, sobre nuestro comportamiento, etc. Mil opiniones diversas ingresan a nuestro sistema nervioso a lo largo de un año de trabajo, y nosotros debemos estar siempre voluntariosos y respetuosos ante cualquier requerimiento que a algún actor de este deporte se le ocurra plantearnos.

Existe alguna profesión que demande semejante nivel de respuestas?.

El entrenador normalmente se ocupa de sus dirigidos, en un rol paternal, casi siempre yendo más allá de su trabajo, importándole las situaciones de sus jugadores y su entorno, a veces más que a los interesados mismos.

Y por supuesto que esto tiene un retorno, pues poder colaborar a que una persona solucione un inconveniente o que un consejo pueda ayudar a que un joven encauce su vida, o que la intervención nuestra actúe de manera efectiva en el arreglo de situaciones que podrían haber arruinado una vida, da una satisfacción que ningún campeonato o trofeo lo iguala, el saber que hemos cumplido con nuestro deber social de educar da una paga que ningún poderoso Club del mundo puede igualar.

Aunque la mayoría de las veces, la satisfacción es una autosatisfacción, porque el fútbol, posee en su naturaleza, la ingratitud, casi como un ingrediente obligatorio de nuestra profesión…

Cuantas veces hemos recibido insultos de gente por las que hemos movido cielo y tierra, cuantas veces nos hemos enterado de palabras a traición de personas a las que hemos ayudado, dejando hasta nuestros hijos o familia o tiempo de descanso, tratando de hacerles mejor la vida.
Este ejemplo me ocurrió dirigiendo divisiones inferiores: días previos a una final de varias de mis categorías y encontrándome en un entrenamiento, me avisan que uno de mis jugadores que venía hacia el campo a entrenar, había sufrido un accidente, impactando su bicicleta en un automóvil, a unas cuantas calles de donde me encontraba, obviamente que salí rápidamente hacia allí y encontré una escena horrible para cualquier persona, un niño lleno de cortes y botando mucha sangre, por todo el cuerpo, especialmente en su cara, su madre desesperada gritando, que al verme me pidió que me suba a la ambulancia con el niño, pues su marido no estaba aún allí… y me fui al hospital, en ambulancia, con mi pequeño jugador, tratando de tranquilizarlo y de darle la tranquilidad de que estaba todo bien y no estaba solo en esa difícil situación.

Llegamos al hospital, seguí con el hasta el momento que le cosieron las heridas, luego quedó internado allí y quedando él con sus padres y recibiendo yo, sin pretender eso, el agradecimiento de sus padres, por haber estado allí… eso era un jueves.
El sábado era el día de las finales, y en el juego en donde jugaba otro de los hijos de el padre que me había agradecido días atrás mi atención para con su hijo, no había llegado uno de los 3 árbitros que se necesitan para jugar, entonces se propone jugar con 2 árbitros ese juego, cosa que acepto, porque lo importante en divisiones menores es jugar y tratar de ser mejor que el rival, y no las situaciones externas; Y eso se ve que  no fue del agrado de los padres de mis jugadores, y entonces, con mucha furia e ira, este “buen padre” del hermano del accidentado me gritaba casi cara a cara conmigo “ si se pierde el juego será culpa tuya, y de nadie más”… Increíble.

Mi respuesta solo fue. “tu, hoy, no me puedes decir nada… hoy no… otro día tal vez si… pero hoy no”

Pero, y por suerte, existen esos padres agradecidos con nuestras decisiones, hasta las que a veces los perjudican de alguna manera, existen esos jóvenes que tienen un buen recuerdo de su infancia y de nuestra injerencia allí, personas que nos hacen parte de su anecdotario de situaciones, que por nuestro rigor o nuestras ocurrencias en tales o cuales situaciones.

Es muy grato ver a niños convertirse en personas de bien, mas allá de su condición económica,  en gente honesta, y sentirse responsable en una pequeña parte de ese logro, esto mis amigos realmente justifica cualquier ingratitud…
Entrenadores, personas que tenemos a cargo niños, jóvenes y adultos, sigamos aportando, sigamos escuchando, aconsejando, ayudando porque nadie se acordará mañana de nuestros drilles, ni de nuestras formaciones, solo quedará nuestra calidad de personas, nuestras enseñanzas y la importancia que ellos sientan que tienen para nosotros. Y esto tiene que ser muchísima.

por Alejandro Luis Trionfini