Año: 6
Número: 16

El Cierre de los Ciclos Deportivos

Cuando nosotros empezamos a trabajar en una Institución soñamos con poder realizar un trabajo que deje huellas, que el paso del tiempo reconozca la calidad y la cantidad de transformaciones positivas que hayamos podido realizar, que logremos reconocimiento laboral y que podamos conformar al gusto de cada uno de los componentes del Club, cosa que sabemos imposible, pero que no dejamos de fantasear con esta utopía deportiva.

Llegamos con la aceptación de los directivos que confían en nuestra capacidad para solucionar, modificar o mejorar la realidad de ese lugar, pero también llegamos con una serie de dudas que plantea ese primer encuentro, como ser el estudio de cada uno de nuestros dichos, gestos, acciones y reacciones que tengamos, la relación con nuestros dirigidos y con la gente que rodea a estos, llámese fanáticos o padres, si hablamos de divisiones menores.

Uno empieza a trabajar en objetivos mediatos, de corto plazo, que van poco a poco conformando los grandes objetivos, logrando en forma planificada pequeñas partes de logros, en un momento, todas estas partes habrán conformado un gran logro o varios grandes logros. Esta es una metodología ordenada de ir cumpliendo con metas laborales y personales que aplicamos constantemente.

Y a medida que el tiempo pasa y somos condescendientes y fieles a nuestras ideas, iremos logrando una transformación positiva del lugar, un cambio en situaciones y en personas que mejorarán sin ninguna dudas a la Institución, pero debemos saber que los logros tienen una sola base y una plataforma inamovible que es NUESTRA HONESTIDAD COMO MEDIO DE NUESTRAS ACCIONES Y DE NUESTRAS DECISIONES.

En este camino que muchas veces son años de vida, uno irá logrando estas metas, que si bien son propias porque hablan de la calidad de nuestro trabajo, en realidad son ajenas, porque esto colaborará con mejorar el espacio que otros usarán y hará mejores a terceras personas, de ahi la nobleza que puede llegar a tener nuestra labor. Iremos teniendo, a medida que avanzamos, muchos adeptos, muchas personas que nos valorarán y nos harán sentir el agradecimiento, pero también en un camino de logros uno irá generando enemigos, personas a los que les molesta la notoriedad de los demás, que no toleran ver lo que nunca podrán ser y también seres que por no poder sacar provecho propio de una Institución, hablarán, inventarán y generarán malestar permanente, minando poco a poco el convencimiento y la tranquilidad de la mayoría de los lugares en donde se practica fútbol de manera organizada
Es inútil y fantasioso pretender que una mala persona en su diario vivir, sea una buena persona dentro de un Club. Eso no existe y es IMPOSIBLE.

Cuando sentimos que las metas se han cumplido, que esos objetivos ya se han logrado, se debe partir, no debe hacer dudar nuestras decisiones la comodidad de un Club que nos reconoce, de un plantel que nos responde, o de un fanático que nos aplaude más allá de los resultados. Porque este estado de tranquilidad, de ir en una continua planicie laboral, nos puede estancar, nos puede hacer perder la capacidad de organización y mas que nada de crecer constantemente, cosa que nuestra profesión nos exige siempre.

Partir provoca dolor, esa amarga sensación de una puerta que se cerró, la salida de un espacio en el que estábamos bien y tranquilos, pero también la salida de este espacio nos coloca en otro, en uno nuevo, con la adrenalina de armarlo hacia nuestro pensamiento futbolístico y organizativo, con la excitación de sensaciones nuevas al encontrarnos con otra gente, otros grupos y con la exigencia de enseñar todo nuestro repertorio, y esto amigos, es la sal de nuestra profesión, y es lo que nos hace mejores Entrenadores y personas. Salir de los lugares sin rencores hacia nadie, más allá de la forma de nuestra salida, SIMPLEMENTE SALIR. Agradeciendo la oportunidad que un día nos dieron de poder ser parte de la vida de un Club y de las personas que lo integran... luego la historia y el tiempo harán lo demás.

por Alejandro Luis Trionfini