Desde que tengo uso de razón, estoy escuchando que el jugador que más talento tenga, el dotado, el tocado por la varita mágica de la fantasía deportiva, tiene como característica anexa y casi obligada , la poca contracción al trabajo, al sacrificio, al trabajo colectivo, compensada por su riqueza individual y su resolución, al momento de tener la pelota en sus pies.

La práctica deportiva posee partes funcionales, correlativas y fundamentales cada una de estas. Hablamos de parte física, técnica, táctica y mental. Y todas se entrenan desde pequeños. Como sabemos, nosotros nos acostumbramos a reaccionar ante determinados estímulos, estimulamos eso, aumentamos las capacidades, enumeramos y ajustamos los detalles, que juntos encierran las situaciones de juego. Esto es nada más y nada menos que un entrenamiento completo.

La actitud, la predisposición mental y corporal para cuando se tiene, o no se tiene el balón, también se entrena, con estar atento a gestos de desatención, de falta de compromiso con el compañero, con el reconocimiento para quien recupera el balón, para quien pasa la pelota, para quien inicia una jugada que termina exitosa o que intento serlo,  para quien se esfuerza para llegar, aunque no llegue y todas esas jugadas anónimas que nadie le encuentra brillo. Porque lamentablemente se felicita y se premia a todo lo que tiene que ver con concreción, con éxito o con triunfos y nos olvidamos que los cimientos de esto, son las intenciones que cada jugador posea al momento que le toque intervenir directa o indirectamente, en un juego o en un entrenamiento.

Esto es la esencia de la motivación, reconocer  intención y pedirla, pues esto no depende de nada más, que de las ganas que cada uno posea en cada intervención.

Muchos entrenadores dejan librado al criterio del jugador talentoso, con la misma excusa, “pasenlé el balón, que resuelve “  y como esto, a un niño o a un adolescente, no lo va a confundir?. Nosotros somos quien ponemos las reglas, nosotros somos los que entrenamos conductas y también debemos ser los que establezcamos una igualdad de esfuerzos para el trabajo en equipo.

Esto sirve no solamente para que este talentoso sea también un sacrificado por su equipo y logre el reconocimiento también por ello, sino que lo ayudará y beneficiará en que como dejará de ser el responsable absoluto de los triunfos también dejará de ser el culpable de las derrotas, un beneficio a su salud mental de vital importancia y también logrará una mejora en cada etapa evolutiva, ya que su contracción al trabajo y al aprendizaje hará que su talento mejore , se potencie y se complemente con su mejoría física y estratégica.

Nuestros aportes a la educación de los alumnos no se limitan a ganar o perder un juego, a lograr o fallar un gol, a estar mas arriba o mas abajo en una tabla de posiciones, sino que apunta a establecer patrones 

por Alejandro Luis Trionfini